Su testimonio es un gran ejemplo de existencia, el de cambiar la forma de vida, de elegir vivir de lo que produce la tierra, esta es la historia de Perla, quién se embarcó hace unos años en un proyecto de cambiar la vida de la ciudad para vivir en la chacra, más precisamente en Cerro Corá con sus 4 hijos muy pequeños.
Al principio no fue nada fácil dice Perla, “ en esta chacra no había absolutamente nada, fuimos de a poco construyendo nuestra casa, compramos un caballo, cabras, gallinas, patos, conejos, una vaca y otros animales, vivimos varios años sin luz, pero felices de estar juntos, no había tele para que los chicos miren sus dibujitos y yo me las arreglaba leyendo historias porque me apasiona la lectura” yo los leía cuentos a la luz de la vela personificando cada personaje para que sintieran que estaban viendo la mejor de las películas”
Otras de las dificultades que enfrentó Perla, fue la falta de camino, era pedregoso y todavía no llegaba el asfaltado y costaba mucho, no tenía con que llevar a Posadas la producción, dependía de la solidaridad de los vecinos para llegar a la ciudad, otra de las dificultades más grande fue aprender a cultivar la tierra, pero poco a poco conoció los ciclos de plantación y todo se hizo más fácil.
Con el pasar del tiempo todo mejoró, llegó la luz, llegó el asfalto, los chicos crecieron, terminaron sus estudios, los dos más grandes terminaron el secundario y se fueron a estudiar y buscar nuevos horizontes, ahora esta sola con sus dos hijos más pequeños.
En ese momento, Perla hace un alto en su relato y piensa, se acongoja y dice “yo apuesto a la chacra acá me siento libre, mi mayor deseo es poder producir más, tener más frutales y criar cerdos pero para eso necesito que mejore un poco la economía”.
Acá en la chacra se aprende de todo, a convivir con la luna que se puede divisar cada noche, a beber el agua fresca y natural de la vertiente, a entender porque en la chacra se alegran de que llueva aunque sea sábado, a darse cuenta de cómo desgraciadamente cada año decrece el número de mariposas y de abejas, a disfrutar de las comidas bajo la sombra de una gran gauyubira, a descubrir y a jugar tus con tus hijos con multitud de insectos y a no gritar de terror cada vez que te encuentras con una araña en el baño, a dormir sin ruidos. Se aprende que no hay nada como comer pan hecho en casa y se comprueba lo sabrosas que están las lechugas cuando las has visto crecer.
HAY FUTURO
¿Hay futuro en la chacra? Si lo hay dice Perla, se emociona cuando habla de esto. Se sigue capacitando, aprendiendo día a día. Tiene varias ideas en mente que las cristaliza despacio porque para todo se necesita recursos; pero se siente muy agradecida y acompañada, con la Secretaría de Estado de Agricultura Familiar, “los que integran la Secretaría tienen esas ganas de ayudar a la gente, de conversar, para que tengamos más ganas de continuar esta lucha”, con la entrega de Plantines y Pollitos camperos se puede diversificar un poco más y eso es bueno.
La ilusión por vivir en la chacra es un sueño posible que merece la pena perseguir si de verdad se desea. En la ciudad nadie regala nada, en el campo tampoco. Pero la lucha sigue y Perla no lo va abandonar, su meta es ganarse la vida haciendo lo que mas le gusta, plantar de manera ecológica, y Producir Alimentos