Explicó que “la economía solidaria no debe ser el sector de la pobreza, viviendo de las migas que restan cuando el sector privado ya ha agotado sus mercados y ya no encuentra más inversiones rentables, y cuando el sector público ha agotado el poder recaudador del fisco y ya carece de medios para ampliar la red de protección social. No tan sólo los pobres, sino todos los seres humanos debemos ser solidarios y con mayor razón los empresarios y los políticos”.
Richards consideró: “Si la economía solidaria va a ser una matriz cultural, una ideología, o una filosofía, que va a extender su influencia en toda la sociedad y en todo sector, ¿qué vamos a hacer con las personas que no crean en esta filosofía y no la practiquen?…La respuesta que sugiero es que se pueda dejarlas en paz y respetar su opción de vivir sus vidas como quieran vivirlas. Los valores solidarios no tienen que ser ni universales ni obligatorios. Debe ser posible asegurar que no haya nadie en situación de calle, nadie sin empleo ni con empleo precario ni con sueldo de miseria, nadie abandonado, sin cambiar la manera de ser de los no-solidarios. Por otra parte, lo que sí hay que hacer es desactivar el mecanismo del poder económico a fin de liberar la sociedad de la no-solidaridad obligatoria”. Indicó.
Respecto a la interpretación sobre la idea de “economía solidaria”, explicó: “la economía solidaria se lee como una síntesis de lo tradicional y lo moderno, y más aún como organización ilimitada. Vale decir: Su pluralidad ilimitada de medios a usar para lograr fines solidarios se abre no solamente a lo mejor de la tradición y lo mejor de la modernidad, sino también a cualquier otro medio que se pueda encontrar o inventar”, explicó.