Son consideradas Ferias Francas el conjunto de puestos móviles o fijos que funcionan en espacios públicos o privados cedidos por la Provincia, Municipios y/o particulares, destinados exclusivamente a la venta minorista de productos alimenticios, frutihortícolas, de granja, panificados, regionales y productos elaborados artesanalmente de los pequeños y medianos productores, constituidos en simples asociaciones y con autorización municipal.
Son considerados Feriantes los productores, especialmente los pequeños productores familiares, que comercializan en forma directa sus productos al consumidor final quedando así expresamente excluidos los intermediarios.
Las Ferias Francas de Misiones surgen en el año 1995 a partir de una iniciativa del Movimiento Agrario Misionero (MAM) en un período de crisis del agro en la Provincia. Esta crisis lo lleva a organizar nuevas estrategias para tener vigencia y a la vez seguir siendo una alternativa al productor misionero.
La primera feria se asentó en la ciudad de Oberá, con siete productores integrantes del Movimiento Agrario Misionero (MAM) vinculados al programa Cambio Rural del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Programa Social Agropecuario y el acompañamiento de la Iglesia Católica entre otras organizaciones sociales.
El impulso para la creación de la primera feria fue un viaje a la localidad brasileña de Santa Rosa en el Estado de Río Grande do Sul, en donde los productores y dirigentes del MAM apreciaron en forma directa la modalidad de trabajo de la Feria Franca. A su regreso, y gracias a un importante apoyo de la Municipalidad de Oberá para llevar a cabo esta iniciativa comenzó a funcionar la primera feria, experiencia que luego se fue replicando por todo el interior de la provincia de Misiones.
El 5 de septiembre de 1998, Carlos Eduardo Rovira como Intendente de Posadas, dio el visto bueno para que las ferias francas se instalen en Posadas, con el compromiso que en cada feria franca de la Ciudad, trabajen productores urbanos y periurbanos. La primera feria franca se instaló en el populoso barrio de Villa Cabello y actualmente Posadas cuenta con 14 puesto de ventas, distribuidos en distintos barrios de la Cuidad.
Actualmente funcionan alrededor de 70 ferias en cincuenta y cinco Municipios de la Provincia de Misiones, que nuclean a alrededor de 3.000 familias.
A pesar de comprender sólo al 10 por ciento de los más de veinticinco mil pequeños productores provinciales, las Ferias Francas representan un ejemplo de reconversión económica en la región y que en los últimos tiempos fue extendida a todas las Provincias de la República Argentina.
Hubo una época en la que, las frutas, verduras, lácteos y panificados solo se conseguían en supermercados, verdulerías y en algunos casos puerta a puerta. Las ventas en las ferias francas era un espacio por conocer y conquistar. El camino para alcanzarlo estaba lleno de riesgos y aventuras. El éxito no estaba asegurado, pero el espíritu de progreso de las primeras familias feriantes de Posadas hizo que la recompensa sea grande.
Arnoldo Kaiser, vive en Olegario Víctor Andrade junto a su esposa Edita knebel, un hombre de muy buen humor y agradecido a la vida por ser parte de la familia de feriantes. Antes de empezar a vender en las ferias se dedicaban a la plantación de tabaco y algo de verduras y otros productos agrícolas, pero estos últimos en menor proporción porque no tenían la forma de comercializarlos.
Con una sonrisa en su rostro recordó, “Noni Reuter, un productor de nuestra zona me comentó a mí y a varios productores sobre la posibilidad que teníamos de comercializar los productos en la Feria de Posadas, al principio no nos entusiasmamos mucho, porque era difícil para quienes no tenían vehículo, pero tampoco dijimos que no. Hugo (Petizo) Schafer, yo y otros colonos plantábamos tabaco, era nuestro producto madre, la situación era bastante complicada porque no había un ingreso diario o semanal como la posibilidad que ofrecía la feria, la cosecha se daba una vez al año y cuando cobrábamos esa cosecha de tabaco había que pagar la libreta que sacamos en un almacén local cuya dueña nos fiaba de cosecha a cosecha, y así vivíamos”.
“Pasó un tiempo y decidimos probar ese desafío interesante que nos proponían, primero nos turnábamos porque los autos que iban no podían llevar a todos, después las mujeres también querían ir porque se empezó a ver que el ingreso era interesante”.
Diversificación productiva
La posibilidad de nuevos ingresos a la economía obligó a la familia a diversificar la producción “comenzamos a plantar más verduras y frutas, porque los mismos consumidores nos pedían más productos y eso nos llevó a ampliar la producción para satisfacer a nuestros clientes y poder tener una mesa más completa. Cuando el número de productores de Andrade creció nos llevaba el camión municipal, en la época de invierno costaba bastante porque el frío pegaba fuerte, pero no bajábamos los brazos, la mesa había que compartir y se mezclaban todos los productos, hasta que Eugenio Kasalaba nos prometió proveernos de mesas y así fue, ahí sí era más cómodo” recordó.
Con el pasar de los años todo fue mejorando para las familias feriantes que comenzaron a ver un futuro próspero, «agradezco esta oportunidad que me dio la vida de ser feriante, agradezco al proyecto del gobierno provincial que nos dio la posibilidad de crecer como productores y feriantes. Muchos pudieron comprarse sus camionetas y elemento esencial para trasladar la producción».
Arnoldo, define a las ferias francas como “algo muy grande, muy importante para los feriantes y las familias de colonos que participamos de la feria, antes no se plantaba verduras porque no había donde vender, y las pocas familias que podían llevar a Posadas para vender la mayoría de las veces tenían que recorrer toda una mañana para vender muy poco y a veces volver con los productos”.
Legado familiar
Arnoldo, a sus 67 años, se siente muy agradecido por los años que compartió con tantas familias feriantes de distintos puntos de la provincia, sus palabras son solo de agradecimiento, y solo desea que sus hijos y familiares continúen en este camino de la Soberanía Alimentaria, “Hace alrededor de 2 años que ya no participo, porque estoy muy cansado, aunque no dejo de plantar y cosechar. Le entregué mi mesa a uno de mis sobrinos y es él quien quedó en mi lugar, uno ya está para descansar un poco, pero seguiré trabajando hasta que no tengas fuerzas, porque trabajar en la chacra me hace feliz y quiero que los jóvenes se queden en las chacras para producir, para que siga creciendo la Feria Franca”. Cerró.
Su testimonio es un gran ejemplo de existencia, de elegir vivir de lo que produce la tierra, esta es la historia de Casimira Wisnieski, quien se embarcó hace 25 años a la gran familia de las Ferias Francas, junto a sus toda su familia.
Desde muy joven comenzó a incursionar en la feria, primero en la Feria Franca de la localidad de Campo Grande, que se creó el 22 de agosto de 1998. Junto a su esposo eran parte de un grupo de agricultores que comercializaban sus producciones hortícolas a nivel local y posteriormente cuando la feria franca de la ciudad de Posadas comienza sus actividades el 5 de septiembre del mismo año en Villa Cabello.
Al principio no fue nada fácil, explicó Casimira, “yo casi no salía de mi casa, tenía mis hijos pequeños, la casa, la chacra, los animales que atender y cuando se dio la oportunidad de ser parte de la feria en nuestra localidad, me animé, y la verdad fue una puerta abierta que cambió la economía familiar; y una puerta mucho más grande fue cuando nos convocaron a participar de la Feria Franca de Posadas”.
Con mucho cariño, Casimira también recordó a sus compañeros de viajes; “Éramos 5 productores que comenzamos a venir a Posadas, con la ayuda de la municipalidad local que nos proporcionó una combi para trasladarnos. Era maravilloso lo que se sentía al ver como salían rápido los productos, fue un cambio absoluto”. Añoró Casimira
También existían dificultades que enfrentar, como ser la distancia desde Campo Grande hasta Posadas y los altos costos que debía afrontar para llegar a la feria, “era una buena alternativa porque significa mucho progreso para la gente que continúa yendo. Los recuerdos que tengo son hermosos, como dije antes era muy jovencita, casi no salía de mi casa y esa fue una oportunidad hermosa para crecer también como persona, fue un camino abierto para muchas actividades”.
La ganas de progresar de Casimira la llevaron a recorrer muchos lugares de la Argentina y hasta ocupar un cargo a nivel Nacional. “Tuve la oportunidad de ser delegada por Misiones en el Foro Nacional de Agricultura Familiar, entre tantas otras cosas, la feria me amplió el mundo que estaba acostumbrada a vivir, hoy ya no hago mucho por problemas de salud, pero igual sigo con la huerta y los pickles, mi marido siempre a la par ayudando”.
Casimira, anhelaba ver a uno de sus hijos ser parte de la gran familia de la Feria Franca y hoy ese sueño se cumplió. “Mi hijo, Jonathán, decidió seguir la actividad agropecuaria y hoy a sus 30 años es presidente de la Feria Franca de Campo Grande, la que también fue creciendo con los años y es muy importante para las familias de la zona”.
En ese momento, Casimira, hace un alto en su relato y piensa, se acongoja y dice, “tengo los mejores recuerdos, son muy bellos, lo único que me entristece es no poder haber seguido. Pero estoy muy agradecida al gobierno provincial, a Agricultura Familiar y a las autoridades que forman parte de la misma por darle a los pequeños productores la oportunidad de diversificar la producción y crecer. Es algo que hacía falta y es muy bueno saber que la actividad va creciendo y que se va expandiendo a varios puntos de la ciudad Capital, generando así, que más productores puedan solventar la economía familiar al comercializar su propia producción”. Cerró.
Juan Smiak, y su hijo Jonathan, son una familia de Almafuerte que comenzó a vender en la Feria Franca de Posadas el 05 de septiembre de 1998, cuando la feria era un aprendizaje y una nueva experiencia para todos.
Juan nació y se crió en Almafuerte, siempre trabajando en la chacra, tuvo tres hijos junto a su esposa Rosa. “Cuando hubo la oportunidad de ser parte de la Feria Franca de Posadas, fue algo maravilloso porque significó un gran progreso para todas las familias que comenzamos este gran sueño, de vender directamente del productor al consumidor”, expresó Juan.
Los recuerdos que tiene sobre las ferias son hermosos. “Primero iban las mujeres, entre ellas mi esposa, ya fallecida. Era muy sacrificado porque había que ir en camión hasta allá. Así pasaron unos tres meses y después comenzamos a ir los hombres para ayudar porque era mucho trabajo para ellas solas. Yo seguí hasta antes de la pandemia y ahora me quedo en casa, pero sigo trabajando en la chacra y ayudo a mi hijo a preparar los productos que lleva a la feria”. “Ahora es el quién ocupa nuestra mesa”, cerró Juan.
Continúa la narración nostalgiosa que contribuye a reforzar en la memoria de los más jóvenes, “Me enorgullece que mi hijo habiendo podido seguir una carrera universitaria, aunque no haya dejado de lado la chacra ni la feria, en nuestros tiempos no había oportunidad de estudiar, nuestros padres decían que no podían costear los estudios, así que la salida era la chacra y no me arrepiento de ello porque es algo que me abrió caminos en la vida y también a mi familia. Antes de la feria el tabaco y la yerba era un ingreso anual, pero con la feria empezamos a ver ingreso una vez por semana”. Expresó Juan, quien recuerda a su esposa como un pilar fundamental en la Feria y en la familia.
Actualmente, Jonathan, a punto de terminar la carrera de abogacía, está al frente de la mesa de sus padres, él continúa con el legado familiar. Nos cuenta que desde los 16 años ayuda a sus padres y recuerda que, “al principio fue todo difícil, nos costaba bastante. Después, a los tres meses de comenzar, nos pasamos a la escuela que es un salón que tenía como un subsuelo. Estábamos algo incómodos, pero nos arreglábamos. Una vez que empezaron los ingresos, comenzamos a independizarnos en el traslado y todo fue mejorando”, dijo Jonathan.
La feria les dio la oportunidad de ver ingresos cada semana, lo que les ayudó mucho a progresar. “Mi madre falleció hace 7 años y fue un pilar muy importante en nuestra carrera en la feria. Los cambios que ha habido son varios y muy valiosos porque se armó como una sociedad, ya que hay varios productores que no forman parte de la feria, que son parte necesaria”, agregó Jonathan.
Los productores son quienes dan vidas a las ferias francas, muchos nacieron y crecieron en las chacras y conocen a la perfección cada una de las tareas culturales. Saben cómo cuidar a las plantaciones, desde la siembra pasando por el crecimiento, la floración y hasta llegar a la cosecha del fruto. Los trabajadores constituyen un eslabón fundamental en el proceso de producción y son parte de la historia de las Ferias Francas de Posadas.
Tiene las manos ajadas y en su rostro dibuja una sonrisa de felicidad por el trabajo que realiza todos los días. Actualmente, tiene 70 años y junto a su esposa e hijos venden todos los sábados en la feria franca de Villa Cabello, “en mis épocas de chico la producción del momento era tabaco, té y yerba mate, después comenzó a ser crítica la situación en los primeros años de la década del 90”.
Alfredo tiene muchos recuerdos positivos de su vida y del trabajo en la chacra, recuerda como empezaron las ferias, “Para tener una idea clara de como implementar, hacíamos reuniones, fuimos a Brasil a ver como ellos trabajaban con las ferias, ya que ellos están 25 años antes que nosotros con esa metodología de comercialización de los productos de la chacra”.
También recuerda, “Trajimos muchas ideas sobre la presentación de los productos, la diversificación productiva y también las herramientas que utilizaban y para nosotros eran importantes esas herramientas; como ser sembradoras, arados, desmalezadoras y más. Nosotros en esa época hacíamos toda la tarea de forma manual y costaba más tiempo, por ejemplo para arar la tierra lo hacíamos con bueyes, ahora la tecnología que hay nos cambió la vida porque facilita todo mucho más”.
Alfredo continúa relatando, “empezamos primero en la feria de Oberá y después vinimos a la Feria Franca de Posadas, la que nos cambió la vida porque las ventas eran mucho mayores y la economía familiar fue creciendo. Yo ya no tiro más el carro (dijo entre risas), sino que ayudo a mis hijos varones, que también han elegido vivir en la localidad y trabajar la tierra; mi hija por su parte siguió otros rumbos y está bien porque no todos quieren vivir en la colonia”, aseguró Alfredo y agregó que a pesar de su edad continúa trabajando en la huerta para entretenerse un poco y seguir obteniendo los alimentos que salen de su producción.
Sobre su primer día en la feria de Posadas dijo, “ese primer día fue un sábado lluvioso y nada lindo los tres primeros sábados, pero después ya empezamos a hacer nuestra clientela y ahí ya mejoró la venta y todo lo demás, y sigo viniendo junto a mi señora, Iracema Yung, siempre unidos en familia”. Respecto a como fue progresando la feria y las familias participantes de la misma, Alfredo dijo “son 25 años que están por cumplirse desde aquel comienzo, donde veníamos con nuestros autitos viejos, compartíamos el auto con los vecinos; con el tiempo cada uno fue comprando su propio auto o camioneta, la verdad que fue una gran salida económica para todos los productores”, destacó.
Por su parte, Iracema con mucha alegría comentó, “nosotros comenzamos desde el primer día de la feria, muy contenta por ser uno de los primeros feriantes, nunca imaginamos recorrer tan largo camino con la feria y demás productores y crecer juntos y seguir aún hoy. Cuando comenzamos fue difícil y ese año perdí a mis dos padres, me sentía muy mal, pero ir a la feria me ayudó a salir adelante de esa tristeza, pero nunca bajamos los brazos, siempre mejorando la producción para brindar más y más calidad a los clientes, el día a día en la feria porque es una alegría ver a los clientes que después de tantos años ya son como amigos, el buen humor lo llevamos siempre porque consideramos que es lo menos que merecen los compañeros feriantes y la clientela”, cerró Iracema.
El matrimonio Richter-Yung llevan 49 años de casados y el mayor tiempo de sus vidas lo compartieron y siguen compartiendo juntos trabajando en la chacra y llevando a la feria cada sábado sus cosechas.